martes, 22 de abril de 2008

No señora, no es sólo ruído...


Eso es lo que se le queda a uno ganas de decir a algunas personas después de asistir a un concierto gratuito de John Zorn. Todos sabemos como funcionan estas cosas, una señora se levanta a dar su paseo matutino del sábado, ve una cola y como no tiene nada mejor que hacer y le comentan que dan entradas gratis para no se qué, pues se pone y punto, y luego hay que aguantar su parloteo durante la actuación.
De todas formas he de admitir que a mi también me costó digerir un poco lo que estaba viendo, perdón, escuchando (pues las luces estaban apagadas y no se veía a los músicos) en un principio, y esa es la razón de que haya tardado tanto en escribir esto, la primera de cuatro entradas dedicadas al ciclo de jazz de la Fundación Pedro Barrié de la Maza que precisamente termina esta semana, que antes de escribir quería estar seguro de lo que acababa de ver. El día que vi la luz fue el miércoles 9 de este mes (no entraré en detalles sobre el retraso en la escritura), día en que una crónica en la Voz de Galicia (que no di encontrado en su página web, tal vez debido a mi incompetencia, no lo se), me abrió los ojos.
Empecemos por el principio, Zorn acudía de nuevo a la ciudad después de haberla visitado hace un par de años con su grupo Electric Masada, en esta ocasión acudía a presentar su proyecto Carte Blanche, en el que ponía banda sonora a piezas de cine experimental, 40 minutos aproximadamente duró esta parte del concierto en la que, totalmente a oscuras, se proyectaban los filmes mientras sonaba la música y tú te imaginabas que había alguien abajo tocando. Un primer tema de aires surf, seguido por una pieza de puro y frenético free jazz (pero la hostia de free), para terminar con unos diez minutos (lo mismo fueron más pero en esta parte se me fue la cabeza y perdí un poco la noción del tiempo) de imágenes caleidoscópicas y bases electrónicas, tras esto me di cuenta de lo que es capaz de hacer un saxofonista de jazz que se atreve a colaborar, entre otros, con el por aquel entonces batería de Napalm Death, Mick Harris.
Tras este desconcierto (por mi parte) inicial, las luces se encendieron y por fin se pudo ver a la banda sobre el escenario, esta vez atacando los temas de su último disco The Dreamers, comenzando por dos piezas de corte algo más clásico, probablemente para dar algo de respiro al público, para continuar nuevamente con sus experimentaciones de jazz eléctrico de influencias free jazz con puntuales incursiones en el rock progresivo (toma gafapastada). Al final, y una vez digerido, un concierto de la hostia, con la curiosidad de que el propio John Zorn, al que me imaginaba vería tocando el saxo, se quedó casi todo el concierto sentado de espaldas al público dirigiendo, para coger su instrumento únicamente en dos temas, o eso creo recordar.
Pondría el set list, pero no lo encuentro por ningún lado.
Formación:
John Zorn: saxo alto y dirección
Marc Ribot: guitarra eléctrica
Jamie Saft: piano eléctrico
Ikue Mori: electrónica
Trevor Dunn: bajo eléctrico
Cyro Baptista: percusión
Kenny Wollessen: vibráfono
Joey Baron: batería

Para hacernos una idea





Próximamente Richard Galliano.

No hay comentarios: